Hablarle al mundo para que sepa que hay días malos, de esos en los que te gustaría que alguien te dedicara un minuto de su tiempo. Para olvidarnos del asfalto y de los logros y fracasos de nuestra propia vida. Hoy es un día de esos en los que debería hacer mucho frío, frío de mejillas rojas, para ponerse una bufanda e ir a una plaza a escuchar una banda de jazz. Y olvidarse de los demás. Saber que la gente que confía en ti y te aprecia no se cansará nunca de prepararte chocolate caliente cuando vuelvas a casa. Que será incondicional.
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